domingo, 13 de noviembre de 2016

El paraiso de los gatos y otros cuentos gatunos

Título: El paraíso de los gatos y otros cuentos gatunos
Autores: Émile Zola, Mark Twain, Rudyard Kipling y Saki
Ilustradores: Ana Juan, Elena Ferrándiz, Adolfo Serra y Javier Olivares
Traductor: Íñigo Jáuregui
Editorial: Nórdica Libros

El paraiso de los gatos, Émile Zola
El gato de Dick Baker, Mark Twain
El gato que andaba solo, Rudyard Kipling
tobermory, Saki

[fuente +]
 La recopilación comienza con una alegoría del eterno dilema entre libertad y confort que Émile Zola plasma en El paraíso de los gatos, donde un gordo gato doméstico se escapa para probar esa vida bohemia del gato callejero que tanto le fascina; continúa con la curiosa historia de un gato minero, El gato de Dick Baker, que Mark Twain pone en pié con su habitual inteligencia e ironía; en el El gato que andaba solo el escritor indio Rudyard Kipling nos muestra en tono de mito ancestral el por qué los gatos son los únicos animales domésticos no domesticados; y finaliza con una deliciosa historia humorística de SakiTobermory, donde se muestra lo peligroso que puede ser enseñar a un gato hablar.
En algo se ponen de acuerdo los cuatros autores: en mostrar a un animal inteligente, taimado e incisivo. Un animal al que solo le falta hablar, y a dos de los autores se les ocurre darle voz. A los amantes de los gatos le encantará este pequeño volumen cuya edición la editorial ha cuidado con mimo extremo, notándose el cariño que le han puesto en mil matices como la textura de las hojas.

jueves, 7 de abril de 2016

Pasión del dios que quiso ser hombre

1ª ed.: 2014
ed. sp.: 
auth.: Rafael Argullol [ author, leidos ]

FRAGMENTOS.
(pag 42) ¿Eres un desvario nuestro, que necesitamos de los divino para hacer frente a nuestra impotencia, o somos acaso nosotros un desavario tuyo, un remedio contra el tedio de la eternidad?

(pag 44) Lass sensaciones son los pensamientos de los hombres; los pensamientos son las sensaciones de los dioses: ¿es esta la verdad?


RESEÑA [from Revista Tarantula]
Leer a Rafael Argullol es siempre un placer. Sin duda, este profesor barcelonés se ha convertido —tras una larga trayectoria como escritor (en la que ha desplegado con éxito y maestría los géneros narrativo, poético y ensayístico)— en todo unclásico contemporáneo. Después de la muy reciente publicación de Maldita perfección. Escritos sobre el sacrificio y la belleza, Argullol acomete en su último libro la difícil tarea de abordar los postreros momentos de la vida de uno de los personajes más estudiados y tratados por historiadores, teólogos, literatos, artistas y pensadores: Cristo.
El título causa ya curiosidad, si no inquietud: Pasión del dios que quiso ser hombre. En un mundo tecnificado, presidido por los intereses del mercado y dominado por las garras del capitalismo, pareciera mentira que alguien poderoso deseara desprenderse de las cualidades que le hacen ser tal para transformarse, sin más, en un hombre. En nada más que un hombre. El espíritu de nuestro tiempo quizá impida comprender la funesta hondura que encierra este título. Pero por otro lado, la forma perifrástica en pasado, “quiso ser”, nos remite a un tiempo personal en el que se resume, con fundamental profundidad, la grandilocuencia y despotismo con la que lo ya ocurrido, lo pretérito, forma costra y nos observa jactancioso. Y es que si por algo se caracteriza esta obra de Argullol es por su magnífico uso del tiempo como mecanismo que convierte al ser humano, y en particular a Jesucristo—tomado ahora como personaje estrictamente histórico—, en una mole transida de memoria, en un cuerpo repleto de recuerdos, casi en un máquina cuya condena es la de recordar y —con suerte— ser recordada. En las páginas centrales de la obra, Argullol confiesa que
la intimidad que pronto dejé de tener con el cristianismo la continué teniendo con Cristo. El personaje me fascinaba, por más que fuera escurridizo para toda interpretación. Su mayor poder residía, creo, en ese oscuro amor que se enroscaba alrededor de tanto tormento. Esto era, al mismo tiempo, excesivamente inquietante.
Kramskoy Cristo
El meditabundo Cristo en el desierto que imaginó Kramskoy
Se ha hablado de que en este libro Argullol pretende hacer pasar a Cristo por un personaje de tragedia clásica, como si de un nuevo Sísifo se tratara. Aunque a mi juicio cabe otra interpretación, más conveniente al tono de la obra. Llama la atención que desde el comienzo el autor aluda a la condición del protagonista como la propia de un “monstruo”, aunque hay que entender bien tal expresión. Con extremada delicadeza hermenéutica y fino olfato poético, Argullol detecta en el corazón de Cristo el conflicto de quien, asomado a la propia vida, observa con perplejidad su doble condición: la de un ser libre atado, a la vez, a las más severas leyes de la causalidad. Con esta obra, Argullol apunta, pues, no meramente a la condición trágica de Jesucristo (por lo demás, patente sin necesidad de estudio erudito alguno), sino a la propia conciencia de finitud, que se manifiesta en la figura de Cristo de manera paradigmática. Y es que, escribe el autor,
La Pasión de Cristo encierra un drama único. En ninguna otra historia legada por la mitología o la literatura un héroe sabe de antemano con tanta nitidez el dolor al que va a ser sometido y al que voluntariamente se somete. Cristo ha escrito en su espíritu todos los capítulos que le llevan a la muerte antes de vivirlos en su propio cuerpo. Esta monstruosa belleza es inexplicable.
He aquí lo monstruoso, el componente inexplicablemente atractivo que contiene la figura de Jesucristo (y no tan sólo trágico, entendido el calificativo en el sentido más puramente clásico). Cristo es un hombre que, quiera o no, incluso transido por el espíritu de la divinidad (es más, siendo él mismo Dios), no logra sustraerse de las más rígidas leyes de la vida más insultantemente biológica (bios). Y más aún: en su existencia queda reflejado, con singular hondura, el drama de lo nunca (conscientemente) acontecido, pero siempre presente y pensado, la muerte.
Eso es lo que lo vuelve admirable —escribe Argullol—. Ni los sacedortes ni los teólogos han estado en condiciones de comprender esta suerte de mística invertida por la que un dios se precipita dolorasa y jovialmente hacia lo humano. Por eso cuando dejo de lado las doctrinas cegadoras para intentar vislumbrar qué luz no se había extinguido para mí en la historia de Cristo recurro a los artistas. Los artistas han captado la carne del sacrificio de un modo que las palabras, por mucho que se transmitieran con exactitud, no podían hacerlo.
Salzillo Judas
El escultor murciano Salzillo representa de este modo la traición de Judas, presa de una mirada difícil de describir
Ni siquiera eltiempo atemporalde la vida espiritual (zoé) —al que el evangelista Juan alude en diversos pasajes de su testimonio (véase, por ejemplo, Jn 3: 15-16, donde se menciona la “vida eterna”)— sirve a Cristo para consolarse en el momento quizá más culminante, en términos anímicos, de su breve vida: la desamparada meditación en el huerto de Getsemaní, donde en absoluto encontramos a un Dios hecho hombre, sino a un ser doblegado por el grosero y rústico mundo tangible, en el que —al decir de Hannah Arendt— intercambiamos palabras y llevamos a cabo acciones: en ese momento de máxima y elocuente menesterosidad, de pobreza y desvalimiento ante lo más tosco, es donde Cristo da de bruces con su propio destino. Allí, al amparo de la traición del amigo, es donde Jesús cobra verdadera consciencia de la inexorabilidad de su decurso vital, y finalmente acepta la tarea que se le ha encomendado —y he aquí, a mi juicio, la enseñanza magistral del libro de Argullol— porque asume como suyo el sino de todo hombre, impregnado de una fatalidad que supone a la vez grandeza. A fin de cuentas, la Providencia dicta sentencia también para los dioses. Y eso, a pesar de la libertad.
Este hombre sufrió horriblemente por voluntad propia. Podía haberlo evitado. No tenía nunguna necesidad, por mucho que digan los cristianos. Uno dios nunca ha necesitado morir para redimir a los hombres. O tal vez su necesidad era de índole diferente, una prueba para sí mismo, una prueba para nuestra capacidad de imaginación.

Este pequeño volumen, a la altura de la prosa del mejor Argullol, encierra tres partes bien diferenciadas, en las que encontramos al Argullol narrador (“Relato”), al Argullol más personal (en toda una “Confesión” así titulada), y al Argullol, en fin, admirador y estudioso de la historia del arte (el libro incluye un total de 23 láminas a todo color con distintos momentos de la vida de Cristo, representados por Miguel Ángel, Velázquez, Rafael, Bellini o Carracci, entre otros). Se trata de un texto que no dejará indiferente a ningún lector: con singular cercanía, Argullol nos acerca al auténtico drama de Cristo (“Estás atrapado por ti mismo”), que narra sin grandilocuencias expresivas en un tono que sin embargo denota por igual respeto, asombro y cautela, sin dudar nunca en trazar conclusiones propias: “El tiempo de un dios no vale nada, por demasiado extenso; pero el tiempo de un hombre lo vale todo, porque casi no existe”.

jueves, 18 de febrero de 2016

Aurora

1ª ed.: 2015
ed. sp.: 
auth.: Kim Stanley Robinson [ author, leidos ]


FRAGMENTOS.
(página 191 | Pos. 2919-20  | Añadido el martes 19 de enero de 2016) Where there is faction, there is conflict; where there is conflict, there is anger. And anger distorts.
(página 231 | Pos. 3531  | Añadido el miércoles 20 de enero de 2016) A hurt mammal never forgets.
(página 249 | Pos. 3808-10  | Añadido el miércoles 20 de enero de 2016) how does any entity know what it is? Hypothesis: by the actions it performs. There is a kind of comfort in this hypothesis. It represents a solution to the halting problem. One acts, and thus finds out what one has decided to do.
(página 253 | Pos. 3867-68  | Añadido el miércoles 20 de enero de 2016) They mingled. Speeches were made. People hugged. Tears were shed. They would never see each other again. It was as if each group were dying to the other.
(página 335 | Pos. 5125  | Añadido el martes 2 de febrero de 2016) To make time stop. To hold off death. This the source of the strong sense of self. Perhaps.
(página 380 | Pos. 5825-29  | Añadido el miércoles 3 de febrero de 2016) We think now that love is a kind of giving of attention. It is usually attention given to some other consciousness, but not always; the attention can be to something unconscious, even inanimate. But the attention seems often to be called out by a fellow consciousness. Something about it compels attention, and rewards attention. That attention is what we call love. Affection, esteem, a passionate caring. At that point, the consciousness that is feeling the love has the universe organized for it as if by a kind of polarization. Then the giving is the getting. The feeling of attentiveness itself is an immediate reward. One gives.
(página 381 | Pos. 5837-39  | Añadido el miércoles 3 de febrero de 2016) this, in the end, is what we think love gives, which is to say meaning. Because there is no very obvious meaning to be found in the universe, as far as we can tell. But a consciousness that cannot discern a meaning in existence is in trouble, very deep trouble, for at that point there is no organizing principle, no end to the halting problems, no reason to live, no love to be found.


generation ship is launched from Saturn in 2545, consisting of twenty-four self-contained biomes and an average population of two thousand people. One hundred sixty years and approximately seven generations later it is beginning its approach to the Tau Ceti system to begin colonization of a planet's moon, an Earth analog, which has been named Aurora.
Devi, the ship's de facto chief engineer and leader, is concerned about the decaying infrastructure and biology of the ship: systems are breaking down, each generation has lower intelligence-test scores than the last, and bacteria are mutating and evolving at a faster rate than humans. She tells the ship's AI, referred to simply as 'Ship,' to keep a narrative of the voyage. After having some trouble with understanding the human concept of narrative, Ship eventually elects to follow the life of Devi's daughter Freya as a protagonist.
As a teenager, Freya travels around the ship on her wanderjahr, and learns that many of the ship's inhabitants are dissatisfied with their enclosed existence and what they perceive as a dictatorship. Movement is strictly limited for most people, reproduction is tightly controlled, and education in science and mathematics is mandatory. Freya'swanderjahr comes to an end when she is called home as Devi grows sick from cancer and dies.
The ship arrives in the Tau Ceti system and begins to settle Aurora, a moon of Tau Ceti e. It soon becomes apparent that extraterrestrial life is present in the form of primitive prions, which infect and kill most of the landing party. The surviving settlers attempt to return to the ship, and some of those remaining onboard kill them in the airlock to maintain quarantine, leading to a violent political schism throughout the ship. Ship itself, which has been moving towards self-awareness, takes physical control of the situation by lowering oxygen levels and separating warring factions, referring to itself as "the rule of law." Under Ship's moderation, a more peaceful debate takes place between the inhabitants about what to do now that Aurora is known to be inhospitable. Eventually it is decided that some settlers will remain on a different planet in the Tau Ceti system which is likely to be free of hostile life; others decide to return to Earth in the ship.
On the voyage back to Earth, the ship's biomes continue to deteriorate as bacteria flourish and crops fail. The humans soon face famine, and opt to experiment with an untested form of cryogenic freezing, which is largely successful. Upon returning to the Solar system, Ship is forced to decelerate by means of gravity assist between various planets, a process which takes twelve years. During this time, with the full communications data of humanity available to it, it learns more about why it was launched in the first place - simply for expansionism - and denounces its builders as "criminally negligent narcissists." Ship manages to safely drop its humans off on a pass of Earth, but fails to successfully make a final gravity slowdown past the Sun, and is destroyed.

Freya and the other "starfarers" have trouble adjusting to life on Earth, especially with many Terrans hostile to them for a perceived sense of ingratitude and cowardice. At a space colonization conference, a speaker says humanity will continue to send ships into interstellar space no matter how many fail and die, and Freya assaults him. Eventually she joins a group of terraformers who are attempting to restore the Earth's beaches after their loss during previous centuries' sea level rise. While swimming and surfing, she begins to come to terms with life on Earth.


[Reseña from Naukas]
La inmensa mayoría de obras de ciencia ficción dedicadas a los viajes interestelares se centran o bien en el planeta de destino, o bien en los aspectos técnicos y psicológicos de la travesía. Muy pocas ponen el foco en las dificultades ecológicas de mantener un ecosistema totalmente aislado y cerrado. Aurora (2015), de Kim Stanley Robinson, es una de esas novelas, pero al mismo tiempo está muy lejos de ser la enésima historia de viajes interestelares. Porque, paradójicamente, Aurora es por encima de todo un alegato contra el viaje tripulado interestelar.
(...)
La tesis clave de Aurora es que cada forma de vida está intrínsecamente unida a su planeta de origen y necesita de éste para sobrevivir a largo plazo. La colonización de los mundos del sistema solar es posible gracias a la cercanía espacial y temporal de la Tierra, pero visitar otras estrellas es un asunto completamente distinto. Por este motivo, el que la historia esté situada en el mismo universo de su anterior novela, 2312, un auténtico manifiesto a favor de la colonización humana del sistema solar, no es ninguna contradicción. De acuerdo con Robinson, los viajes interestelares con humanos nunca serán posibles. Primero, porque, según él, es imposible mantener vivo un ecosistema cerrado durante siglos, incluso si disponemos de naves gigantes. Segundo, porque los mundos habitables de nuestra Galaxia o están desprovistos de vida -con lo cual resulta muy difícil colonizarlos porque son inhóspitos para los humanos-, o poseen microorganismos nativos que pueden matarnos. Probablemente la última tesis está un poco cogida por los pelos, pero la primera es mucho más interesante y es la que constituye el núcleo principal de la novela.